El empresario del corazon roto

Chapter 50: Invitaciones

[Quentin]

Sí, tal vez prometí hace tiempo atrás que no volvería a comprar una casa, que no viajaría ni disfrutaría de nada y sobre todo que no me enamoraría de nadie; todas esas promesas las rompí y debo confesar que no me arrepiento.

Isabel es lo mejor que me ha pasado en la vida, una mujer en todas las palabras, honesta, trabajadora, tierna, comprensiva y además de que es muy guapa. Ahora, con la ropa que poco a poco le he ido regalando su estilo ha ido mejorando y combinado con su buen gusto, la hace en tipo de mujer que uno voltea cuando la ve pasar.

Estoy increíblemente orgulloso de ella, de llamarla mi pareja y de llevarla de la mano cuando caminamos por las calles de la ciudad escogiendo varias cosas para nuestra nueva casa. Aún no nos cambiaremos ya que faltan algunos detalles que arreglar, sobre todo los muebles que deben estar justo a nuestro gusto que esta vez ella ha dicho tiene que ser combinado porque un hogar es cosa de dos, no sólo de la mujer.

Por lo tanto, mientras comenzamos la mudanza, Isabel poco a poco pasa sus cosas a mi piso. No entiendo porqué no hizo una maleta y se mudó de una vez, supongo que ella tendrá sus razones, pero por fin hoy ha llegado el día en que la última maleta con ropa entrará al lugar y cuando salga será para mudarnos a nuestra casa o a uno que otro viaje.

—¿Seguro que es la última maleta? — Le pregunto a Isabel mientras salgo de la oficina hablando con el móvil.

—Lo juro, ya no hay nada en el armario, tardé mas en colgar y guardar todo que en volver a empacarlo.— Bromea.

—Vale hermosa, le diré al chofer que pase por ti para que te ayude con la maleta, yo tengo que ir a una junta y después me voy directo al piso, ordenaremos comida china.

—Quentin…—

—Llevas todo el día en la cocina, sólo quiero que llegues, comamos en la sala y veamos esa serie que ya me atrapó.— Comento y una risita se escucha del otro lado.

—OK, china será.

—Perfecto, te amo corazón, estoy a punto de subir al auto.

—Te amo, suerte y no hagas corajes...

Vivianne me espera de pie al lado de la puerta de éste y en cuanto se sube lo hago yo también.

—Señor, siento decirle que no he podido hacer la reservación en “La croix” Esta demasiado concurrido.

—No te preocupes Vivianne, he decidido ya no comer ahí, con tener una chef en casa es más que suficiente.— Le bromeo.

—Vale, entonces dejo de insistir.— Finaliza la frase y veo como en su agenda borra lo que le pedí.

De reojo veo el nombre de mi hermana y luego la veo a ella.

—¿Qué pasó con mi hermana?

—¡Ah! La señora Cassals habló por la mañana preguntando por usted.

—¿Ella? ¿Llamó? ¿Jacqueline?

—Sí, parece ser que quiere invitarlo a su nueva exposición en una de la salas del MET.

“Aja” respondo porque no me la creo.—Es todo lo que te dijo.

—Sí señor, le hace la extensa invitación a su exposición esperando a que usted vaya.

—Vale.

—¿Confirmo? — Pregunta.

Ahora mejor pásame los papales de la junta para ir revisándolos.

hace de inmediato y comienzo a leerlos detenidamente como siempre lo hago. Sin embargo, la misteriosa llamada de mi hermana me distrae por completo

todo. Pero al salir, voy hacia el piso con el nombre de mi hermana en la mente y con unas ganas de llegar a ver a Isabel como todos los días

convertido en un hogar mientras veo la bolsa nueva que le

— Digo en voz alta mientras me dejo todo

cabello y vestida con unos leggins negros y un

llegó la comida antes que tú,

se va acercando poco a poco a la cocina y la tomo de la cintura para cargarla y

un beso ¿no? — Le pido y ella con gusto toma mi rostro como siempre y besa mi

—Te extrañé.— Murmura.

horas pasaran para poder venir a tu lado ¿no quieres trabajar

de inmediato y se ríe.— Así podemos desearnos más

o cerca mi vida, no necesito más separación para aumentar

de

—Vale.

la barra y ella va hacia la cocina para sacar los platos. Entro a la habitación para ponerme ropa más cómoda y veo un sobre blanco con dilo

corazón ¿qué es esto? — pregunto mientras lo

me lo dio el conserje

que a mi no me llega correspondencia al piso si no directo a la

una postal con una de las hermosas pinturas de mi hermana salta a la vista. Es la invitación para su exposición.

“Cher Quentin,

ce serait bien de vous

Je t'aime,

Jacqueline”

sería bueno poder verte. Te quiere,

invitación en la mano admirando la hermosa y fina letra de ella

la voz

contestaré después. Por lo que termino de quitarme la corbata, entro al armario, tomo ropa más

de la sala y

—¿Todo bien?

Tengo una pregunta que

va hacia la cocina de nuevo por un par

que no ves te invita a su

tu relación

—Más o menos.

hermosas piernas. Me siento a su lado y

tiene ganas de

la respuesta tan sencilla

si te quiere hacer daño, lo hace y ya… no necesita enviarte una postal

siempre.— Contesto ante

comer con el tenedor el arroz blanco. Hago

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