El empresario del corazon roto
Chapter 70: Felices para siempre
[Quentin]
Sin poder voltear a ver a Isabel camino de regreso a mi habitación donde emocionado por o que acabo de vivir me limpio con un pañuelo de tela las lágrimas, que sé, pronto regresarán. Abro la puerta para entrar en ella y dirigirme directo hacia el balcón donde puedo ver cómo los invitados se van sentando en espera de nuestra aparición, una que muero de ganas por hacer.
Regreso al tocador para tomar el clavel rojo y frente al espejo me lo pongo sobre el saco color gris perla que es parte de mi vestimenta de hoy. Me viene a la mente la primera vez que me casé, la boda fue tan elegante que yo llevaba un pesado esmoquin con moño y todo. Ahora el traje es más sencillo, más ligero, de lino, que no solo es perfecto para el clima y el evento de hoy, si no que simboliza de alguna manera el peso que estoy dejando atrás.
Sé que no es bueno recordar bodas pasadas, pero no puedo evitar comparar una con la otra. Esta es igual de emocional e importante para los dos, la otra posiblemente sólo lo fue para mí. Por otro lado, no puedo dejar de pensar en mis hijos ¿estarán felices por mí? ¿Enojados? Espero que no, porque los recuerdo con tanto cariño que me dolería saber que ellos no están de acuerdo. Yo sólo sé que son los únicos que no salen de mi mente y que me hubiese gustado que ellos dos estuvieran presentes, haberlos criado junto con Isabel, ver sus pequeñas sonrisas cuando mencionaba sus nombres.
—Su papá siempre los amará.— Murmuro mientras en mi mente viene su imagen.— Siempre los querré, de eso no tengan duda.
La puerta suena interrumpiendo mi pensamiento.— Adelante.— Digo en alto.
Ésta se abre y enseguida entra Vivianne con una sonrisa y vestida muy elegante que me hace sonreír.
—Jefe ¿puedo pasar?
—Adelante, pasa.. Te ves ¡Guapísima!
—Bueno tenía que estar a la altura de las circunstancias ¿no? Tu jefe no se casa tan seguido.— Bromea.
Ella camina hacia mí y yo tomo sus manos y le doy un beso sobre la mejilla.— Viv, quiero agradecerte por todo, no sólo por el magnifico trabajo que haces como mi asistente si no por no rendirte cuando estaba en mi peor momento. Aguantaste mis cambios de humor, mis depresiones y ataques de pánico y ansiedad, llevaste un gran peso sobre tus hombros, eres mi amiga más cercana y la única en que sé siempre puedo confiar.
—Gracias jefe.— Responde emocionada.
—Creo que ya es hora de que me digas Quentin ¿no?
—Esta bien, Quentin. Se… Quentin estoy feliz porque después de tantos años de tristeza por fin será feliz. Lo siento por lo del señor Vincent, si lo hubiera sabido cuando me pidió su número yo…
se lo diste? – Pregunto
llamó a la oficina dijo que quería buscarlo y se lo di. Después me arrepentí cuando usted me dijo que solo
como su cuerpo reacciona sorprendido.— Te debo mi felicidad Vivianne.— Murmuro.— No importa ya como llegó ese número, lo que
que quiere que yo sea la
todo después de lo que me contaste.— Le respondo y le ofrezco mi brazo —¿Nos
brazo con el
—Vamos, Quentin.— Responde.
vez lo hice del brazo de mi madre quien ahora sé que estará feliz por mi, ya que aquí entre nos a ella jamás le cayó bien Nadine, ahora sé por qué. Gracias a ella, quien me crío, me aconsejó y me amó soy el hombre que soy ahora y ahora que estoy a punto de casarme de nuevo sonrío porque sé que por fin voy hacia la mujer que me merezco tal y como ella
del evento ese foro al aire libre con vista al mar y cercano
expectativa de lo que sucederá cuando el padre entra al lugar y el cuarteto de cuerdas comienza a tocar la canción que Isabel escogió para mi entrada, que
canción, ya que el día que llegó de su primer encuentro
mujer es maravillosa»
ritmo de la música, camino hacia el altar con Vivianne de mi lado,
fin llegamos, ella va a sentarse a su lugar y yo me quedo de pie en el altar mirando nervioso hacia la puerta en espera de ella. Los invitados impacientes hablan entre ellos, hasta que la música cambia y
y Lea entran arrojando las flores provocando una sonrisa en mí. Después todos
acordes de Perfect, la canción que yo escogí para ella, suena mientras las puertas se abren de par en par y de pronto ahí está frente a mí la mujer de mis sueños, la que me hizo
le ve espectacular, sus manos llevan el ramo de flores, sencillo pero
sorpresa y mientras me mira a los ojos sé que este es uno de los momentos que recordaré de por vida. Con cada paso que da Isabel borra el doloroso pasado
sus padres se ponen de pie
Me dice su padre
—Con mi vida.— Contesto.
Sabía que eras tú.— Me dice.—Por
nos reímos ante