El empresario del corazon roto

Chapter 37: Body Wash

[Isabel]

Al llegar a la habitación, Quentin me ayuda a poner mis pies sobre el suelo.

―Ahora vengo Isabel, si quieres comienza a ducharte, olvidé algo en la sala― Me dice.

Me da un beso sobre la frente, luego toma mi rostro y me da uno sobre los labios que me hace sonrojar.

―Las toallas están dentro del baño en las repisas.

―Gracias.― Le agradezco y luego como se da la vuelta y sale de la habitación.

Entro al baño, prendo la luz y voy a la ducha para abrir la llave. Después regreso frente al espejo del baño y comienzo a admirar mi cabello lacio antes de que se vuelva ondulado, ya que la chica del salón me dijo que al tocar el agua se perdería el efecto porque no le pedí que fuera permanente. Me quito la playera que me prestó y veo mi cuerpo desnudo y sonrío al acordarme de todo lo que pasó anoche y que ahora quedó en sobre toda mi piel.

Voy hacia la kilométrica ducha, abro la llave para probar con la punta de mis dedos el agua hasta que siento que la temperatura correcta y entro con cuidado cerrando la puerta atrás de mí. El chorro del agua cae sobre mi espalda, mojando mi cabello lacio y empapándolo completamente. Amo el pequeño masaje que el agua me da, es relajante y revitalizador. Subo mis manos para hacer mi cabello para atrás y quitar un poco del exceso del agua que se está acumulando y luego bajo mis manos para acariciar mi cuerpo y mojar el resto.

con mis manos el body wash para empezar a frotarlo cuando una mano me lo quita obligándome a voltear. Veo a Quentin frente a mí, completamente desnudo. Me quedo sin palabras al ver ese cuerpo tan bien trabajado qué tiene, es increíble lo atractivo que es y cómo es que irradia testosterona, esa que me trae loca

abdomen, pecho, cuello y finalmente nuestras miradas se cruzan.Quentin se acerca a mí, me toma de la cintura y me lleva un poco atrás del chorro de agua para

con el movimiento de sus labios yo muevo mis manos acariciandola, entrelazando mis dedos en su cabello y dejándome llevar por el momento.

poner el body wash, shampoo y otras cosas. Me ve intensamente y de la nada vuelvo a sentirme atraída por él, con esas ganas inmensas de hacerlo mío― Tócate.― Escucho su voz que hace eco en el baño. Me quedo callada un segundo y veo que él comienza a

presente entre nosotros y como él ha entrado al juego. Poco queda del hombre que solía ser unas semanas atrás cuando lo conocí, se convirtió en alguien osado, sensual, coqueto

mis pechos, mi abdomen, del cual no ha quitado la vista desde que me conoció, y sigilosamente toco mi intimidad rozándola lentamente hasta que caigo en el juego y decido seguir haciéndolo, con mis piernas cerradas, redescubriendo el placer de tocarme a mi misma. Cierro los ojos, para disfrutar aún más esta sensación, pero puedo sentir que sus labios han formado una sonrisa al verme hacer todo lo

ante mi atenta mirada. Tomo el grifo de la ducha y lo desprendo para

encantado, me ve atento esperando mi siguiente paso, bajo el chorro por mi cuello, mi abdomen y finalmente, ante sus ansias y las mías, lo apunto directamente a mi intimidad y empiezo a sentir el agua rozando y acariciando todo, causándome un placer increíble. Comienzo a tocar mi cuerpo, pasando mi mano por mis pechos para después jalar un poco la punta de mi pezón. No sé que

mano hacia mi intimidad y junto con el agua empiezo a jugar conmigo, entre las caricias, el agua, Quentin, el momento, muevo mis caderas ajustando el chorro de agua justo donde quiero disfrutarlo, donde me causa mejores sensaciones, donde mi piel se eriza indicándome que es el lugar correcto. Estoy a punto de llegar cuando escucho la voz

su hombría y comienzo a jugar con ella mientras él juega con mi cabello alborotando las sensaciones que quedaron pendientes momentos atrás. Sin que él lo espere, acerco mi boca a ella y lo provoco mientras mi lengua hace lo suyo, inmediatamente sus piernas flaquean un poco y yo lo disfruto. Tenía años de no

escapa mi nombre entre sus labios y siento un poco de presión en mi cabello, quiere más y yo le doy más.― Para. ― Me

mi boca y él me toma de la mano para que abandonemos la ducha. Salimos de ahí hacia el cuarto, donde las cortinas aún siguen cerradas dándonos un poco de obscuridad para comenzar a besarme, quiere comerme los labios, me desea, me ama con locura. Entre besos comenzamos a caminar hacia donde está una pequeña mesa en la habitación. Con cuidado me pide que ponga las manos sobre ésta para después deslizar su mano por debajo de mi muslo y levanta un poco mi pierna

el cajón de la mesa de noche y tomar un

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