El Chico Dhall ©
Chapter 28: XXVII
Capítulo veintisiete
Voy saliendo mientras hablo animadamente con Neftali y Quero quienes parece que en el examen todo salió bien.
—Sentí que todo lo que puso estuvo fácil, ahora, hay que ver si las respuestas estuvieron bien en la semana que viene.
—Lo mismo digo —habla Neftali y acomoda mi mochila en su hombro —aunque creo que pasamos —se posiciona al frente de nosotras —¿y si lo vamos a celebrar al café? Yo invito.
—Eh, lo siento por lo que haré —Kayla aparece de la nada y sin previo aviso me toma de las manos y me hace correr con ella hasta su auto sin que pueda poner resistencia.
Junto mis cejas confundida—¿qué haces Kayla? ¿Me explicas? — me sube al coche y rápido se monta al puesto de piloto, lo enciende y sale como alma que lleva el diablo por la carretera —¿Kayla?
—No lo entiendes, me dijo que tenía diez minutos para llevarte hacia él o desvelará uno de mis mayores secretos que nadie conoce —le pega al volante —mierda, aún no sé cómo se dio cuenta de eso.
Estoy aún más confundida.
¿Él?
—¿De qué me hablas? —se salta varias señales de tráfico sin importarle mucho y poco a poco reconozco el vecindario enorme donde ellos residen —Kayla, no planeas llevarme con Elián ¿o sí?
—Lo siento, pero me está chantajeando para que te lleve ante él —deja el carro mal estacionado y lo primero que hago es quitarme el cinturón para salir corriendo.
No lo voy a ver, no lo quiero ver y menos si esa está ahí.
grande de los Dhall me sujeta del
—chilló y ella ni se inmuta en hacerme caso, empieza a subir las escaleras de dos en dos y siento como todo el desayuno se acumula en mi
los ojos azules del Señor Amir escanean a su hija de arriba a
derecha corriendo y
cuarto y todos los pelitos de mi cuerpo se erizan —rápida y servicial —mis ojos ven con detenimiento su gran espalda cubierta por un vendaje cruzado y bajo hasta su mano donde su teléfono yace prendido con una foto que no logró ver, lo bloquea y se gira por fin dejándome ver
que no
a poco —ahora
y siento su olor
que mis acciones te
acuerdo de lo sucedido ese día. Sonrío irónica y me cruzo de brazos —¿Disculpa? Yo no era la que tenía
que es
déjame en paz, déjame
ir si logras abrir la puerta, además... Ella solo vino para que la ayudara con
la
ni preguntar, ni llamar, nada. Jexi soy tu mate, ¿no te dolió el hecho de
acompañado al
agradezco que estés celosa —automáticamente volteo alzando una ceja y me señaló
mis ojos —No lo parece —lo veo de arriba a abajo —y no me voy dejar engañar por lo que digas, ¡ábreme la
hago con esta —la saca de su bolsillo y alza el elástico de
—No gracias, ni aunque estuviera